En declaraciones a Radio Voz, en el marco del programa educativo “Ecovoz”, Adina Dumitru, experta en Psicología Ambiental y miembro del grupo de investigación persona/ambiente de la Universidad de A Coruña, definió la psicología ambiental como el estudio del comportamiento humano vinculado al medio ambiente, indagando en los factores que influyen en que hagamos las cosas de una u otra manera. Si bien el centro de atención de esta disciplina viene siendo en los últimos años el cambio climático, Dumitru desveló que en su momento se analizaron otras cuestiones de interés como el impacto de los ambientes verdes sobre el ser humano, estudiando si contribuyen a una mejor salud física y mental, cómo nos orientamos en diferentes ambientes y cómo éstos pueden influir en nuestros sentimientos y relaciones.

CIUDADES SOSTENIBLES, EL GRAN RETO

Aseguró que el concepto de sostenibilidad despierta hoy un gran interés por la necesidad de garantizar una convivencia armoniosa de las comunidades, tanto urbanas como rurales, con el medio ambiente, posibilitando igualmente su crecimiento económico. En este sentido, incidió en que la sostenibilidad económica y la ambiental están íntimamente relacionadas, toda vez que nuestros modelos económicos tienen un importante impacto sobre el entorno. “Si consumimos los recursos naturales de forma no sostenible a medio y largo plazo, nuestros sistemas económicos tampoco serán sostenibles”.

Sin embargo, sostuvo que todavía estamos lejos de tener ciudades verdaderamente sostenibles, lo que implicaría contar con edificios que consuman menos energía y una movilidad más eficiente y con menos emisiones de CO2. No obstante, se atisba un cambio. Cada vez más urbes están incorporando políticas que desincentivan el uso del coche a través de un buen transporte público y modal que permita el desplazamiento de los habitantes en condiciones adecuadas. En otros casos, se han aumentado las tasas de aparcamiento conforme a la proximidad de los vehículos al centro de las ciudades, como en el caso de Londres. Asimismo, en Holanda, con un clima frío y muy lluvioso, se promociona el uso de la bicicleta, disponiendo de una infraestructura adecuada a través de la habilitación masiva de carriles bici. De hecho, el 50% de la población se desplaza a través de este medio de transporte, manteniendo una conducta respetuosa con el medio ambiente, al tiempo que mejora su salud.

En este sentido, incidió en la gran importancia de las infraestructuras. Y como ejemplo puso un estudio en el que una de las cuestiones que se calificaban como más problemáticas por parte de los ciudadanos era la dificultad para acudir al lugar de trabajo sin utilizar coche por no haber, por ejemplo, servicio de autobuses o tener éstos una frecuencia muy reducida. Al final “esto hace que el vehículo particular sea el medio de transporte prioritario y del que se acaba dependiendo”.

PREOCUPACIÓN AMBIENTAL, PERO SIN DEMOSTRACIÓN PRÁCTICA

Considera que el medio ambiente está siendo una prioridad para los europeos, pero esta preocupación no se traslada a los necesarios cambios de hábitos. Lo que muchos hacemos (reducir el consumo, colaborar en el reciclado de residuos, optar por un transporte alternativo) es interesante e importante, pero no suficiente. Si bien los Gobiernos se están comprometiendo con los acuerdos de la Cumbre de París, lo cierto es que todavía son frágiles y hay que hacer mucho más. Necesitamos incorporar la conciencia ambiental a nuestra vida diaria, en casa, en la escuela, en el trabajo. “Tenemos un problema y no se va a resolver con el desarrollo tecnológico; se necesita sensibilización social”.

Asimismo, precisó que hay diferencias en la cultura ambiental entre los países europeos. Unos han evolucionado más en transporte sostenible y otros en reciclado. Pero lo que sí es cierto es que el nivel de ingresos de la población es lo que más predice el nivel de consumo y de emisiones. Todavía vivimos en una sociedad basada en el consumo, convencida de que para ser feliz, precisa consumir. De ahí la importancia de la educación en los colegios y la práctica real, también por parte de las instituciones y las empresas privadas, de un nuevo comportamiento ambiental, porque “para poder asumir esos nuevos hábitos, necesitamos llevarlos a la práctica”.

Fuente: www.sogama.es